Gloria Álvarez, una polemista libertaria
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Conocí el trabajo de Gloria Álvarez gracias a un debate que
sostuvieron tanto ella como el chileno Axel Káiser, en torno al populismo, con
un grupo impresentable de periodistas argentinos. El programa se llamaba Intratables y ante cada descalificación
Gloria tenía argumentos y analogías contundentes.
La claridad de su vehemencia me llevó a
conseguir El engaño populista. Para
alguien no tan familiarizado con ciertos tecnicismos políticos o conceptos tan
escuchados cotidianamente como mercado, Estado o populismo, el libro resultó una
fuente de referencias e ideas en torno a estos conceptos por parte de diversos
pensadores liberales; así como una visión didáctica y reflexiva de la propia
autora.
El
engaño populista empieza por la anatomía de la mentalidad populista, la
hegemonía cultural como fundamento del populismo y cómo rescatar a nuestras
repúblicas. Algo así como definir la enfermedad, establecer las causas, los
síntomas y ofrecer la receta para remediarla. Esa enfermedad a la que se alude
es “la mentalidad populista”. La idea que se espera siempre de otro para la
solución a los problemas propios. Donde nadie se hace responsable de sus
propias acciones.
Esto último le permite al populista
sustituir las instituciones por la comunicación y la relación directa con la
masa. El individuo al no hacerse responsable de sus propias acciones le permite
al populista decidir por él, “hacerse responsable de éste”. El costo será la devoción y el sometimiento. Como
han señalado algunos teóricos: el populista ofrece la redención de los heridos,
casi como un mantra. El caudillo se erige como un líder espiritual que viene a
vengar, a hacer justicia a un sector oprimido.
Para ello polariza permanentemente, vende
un pasado glorioso y ficcional, y la utopía de un lugar que sólo existe en la
cabeza del redentor. Ese tipo de discurso hace muy fácil la concentración de
poder económico y político en el Estado, desde donde el populista “honesto”
concentra e incrementa su poder.
El populismo empieza por insertar odio en
la sociedad, mediante la manipulación del lenguaje. Incluso habla de un
lenguaje nuevo para apropiarse del espacio público. Similar al régimen chavista
que utilizó de forma planificada la construcción de todo un lenguaje destinado
a fomentar el odio y justificar la concentración del poder total.
En este sentido, nos recuerda Gloria
Álvarez, desaparece la referencia al individuo para hablar del pueblo, quien
apoya la voluntad del gobierno; o bien del antipueblo, quien es contrario a esa
voluntad. Pero, “¿quién es el pueblo?, ¿dónde vive?, ¿en qué trabaja? La
realidad es que el pueblo no existe, ni el antipueblo tampoco. Lo que existen
son individuos y todo lo demás es manipulación psicológica”. Sin embargo, el
discurso está controlado por intelectuales que son básicamente socialistas,
porque de lo que se trata es de construir una hegemonía cultural.
Esto es posible, explica Álvarez en Cómo hablar con un izquierdista, por la
falta de comprensión de cómo funciona la economía. Cada vez que hay una crisis
económica se le echa la culpa al mercado cuando la verdadera responsabilidad le
corresponde a la intervención del Estado. Sin embargo, cuando realmente se busca
un cambio, se es “capaz de absorber los resultados que ciertas ideas tienen en
la práctica y siempre se reconoce cuando las mismas no dieron los frutos
esperados”.
En algunos debates he escuchado a diversos
panelistas tildar de conservador a quien es francamente liberal. Y a diversos
liberales defender a quien es veladamente un conservador. En su libro más
reciente Cómo hablar con un conservador,
la autora se pregunta ¿qué es un conservador? En el epígrafe que da inicio al
primer capítulo, retoma la definición que hace Lorenzo Bernaldo de Quirós:
"El conservadurismo es una doctrina política y social de reacción nacida
de la ruptura de una tradición y de la necesidad de encontrar argumentos para
defenderla o restablecerla". Pero ¿qué pasa cuando las tradiciones de
ciertas sociedades promueven comportamientos contrarios a la libertad
individual?
Gloria Álvarez articula una serie de
argumentos, desde el liberalismo, que desmantelan gradualmente la visión
conservadora en torno a diversos temas como: la democracia, la dignidad del
individuo, la familia, la libertad de mercado, la prostitución, las drogas, la
libertad de movilización, migración y asociación, y hasta el propio término
liberal. Por ejemplo cuando se pregunta: “¿si es acaso preciso o adecuado estar
en contra de todas y cada una de esas libertades y aun así seguir llamándote
liberal? ¿A cuántas de esas libertades puedes o ponerte sin perder el título de
liberal? ¿En cuántos pedacitos puede dividirse la libertad sin que se pierda su
esencia?”
Cómo
hablar con un conservador es una provocación inteligente e incluso una
orientación para detectar a los conservadores que se visten de
liberales/libertarios. Revisen por ejemplo el tema dedicado a la familia o la
guerra contra el narcotráfico. Hay conservadores disfrazados de liberales que
quieren imponer la visión de un solo tipo de familia o una estrategia
prohibicionista de las drogas y de expansión del poder militar.
Quiero destacar el epílogo que le dedica a
Margaret Thatcher, una figura que el feminismo radical marxista desprecia por
su postura liberal. Thatcher, nos recuerda Gloria Álvarez, se atrevió a
realizar los cambios radicales que durante años los conservadores no se
atrevieron a proponer cuando gobernaban los socialistas.
Los tres libros de Gloria Álvarez transitan
entre el rigor académico y la reflexión personal y crítica. La cita ortodoxa,
el post de facebook y la cultura popular. Gloria Álvarez busca en yacimientos
de especialización temática y nos regala trozos de oro, pulcros y refulgentes,
a través de su caleidoscopio libertario, resultado de años de investigación.
En cada uno de sus ensayos es consistente,
congruente y tenaz con el libertarismo: "la defensa irrestricta de los proyectos
de vida ajena porque cree con total convicción en la dignidad de los seres
humanos sin excepciones, dignidad de la que solo tiene sentido hablar cuando a
todos se nos reconoce la libertad y responsabilidad de perseguir nuestros fines
y sueños sin dañar a otros y trabajando con los medios de los cuales disponemos";
una férrea oposición a que el gobierno controle la economía y nos ofrezca corporativismo
mercantilista para acabar con el supuesto neoliberalismo así como un gobierno
limitado por el Estado derecho.
Los libros de Gloria Álvarez son una
puerta de entrada al pensamiento liberal/libertario en un mundo cuya idolatría
al Estado es avasalladora y la tiranía demagógica desprecia al individuo. Una
puerta que nos muestra el camino hacia otras puertas cuyos senderos ensanchan
nuestro horizonte.
Por último, celebro el trabajo de Gloria
Álvarez. Pocos han logrado articular un discurso tan perseverante y expansivo
en las ideas de libertad como ella. Eso genera detractores, desde luego, pero
también partidarios, amigos, lectores y sobre todo discusión.
*Texto leído en la Ciudad de México, pasaje Zócalo-Pino Suárez, el 30 de septiembre de 2019, a propósito del evento "Gloria Álvarez y sus libros."
Fer, estaría de acuerdo contigo en todo, pero, en mi mente, tal vez ignorante, todo se viene abajo cuando te enteras de que llegó a quedarse a vivir en México, auspiciada por Salinas Pliego y su grupo…
ResponderEliminarCuando supe que trabajaba para el grupo Salinas, busqué su historia, contada por ella misma, y entendí que le llegaron al precio, porque le bajó muchas rayitas a su opinión sobre amlo. Me gustaría saber tu opinión al respecto. Soy Olga Barbosa, no me pierdo ninguna Caminera.
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