Un taquito de sincretismo, por favor


Celebrar no es lo mismo que conmemorar. Lo sé porque cuando mi amigo Fabio Gorgonzola cumplió años lo celebró en grande y cuando dejó el biberón, por vez primera, lo conmemoró en silencio.  Así son los italianos. Esto viene a cuento por el vilipendiado 12 de octubre, el Descubrimiento de América. Aunque coincido más con la idea de Encuentro de Dos Mundos, planteada, en gran medida, por el doctor Miguel León Portilla, quien bien sabe de estos menesteres.  A estas alturas uno creería que, después de tantos años de ese histórico hecho, ya no se harían afirmaciones maniqueas de buenos y malos, sino de hechos que nos permitan entender a ambos mundos (España y América), su contexto y a los personajes que participaron en ellos. Pero el camino está pavimentado de rencores, fanatismos, odios, ignorancia, mitos y engaños, de un lado y de otro.
Podríamos empezar diciendo que este Encuentro de Dos Mundos permitió el desarrollo de la globalización capitalista industrial, a través del contacto con otras sociedades, como la española, la africana, la asiática, la árabe, o la india. De tal suerte que podemos comernos una tortilla (mexicano) con carne de borrego (europeo) a la barbacoa (método prehispánico de cocción), acompañado de arroz (asiático) con mole (mexicano) y ajonjolí (árabe) y un vaso con agua de naranja (india).   

Por otro lado, América y España no eran sociedades homogéneas, sino diversas. Tanto América como España no estaban unificadas a finales del siglo XV. La primera tenía pueblos sometidos por los mexicas; la segunda, conflictos internos debido a la hegemonía católica y a la expulsión de los moros, los gitanos y los judíos. 
En este sentido, Cortés no conquistó nada, ni Malinche fue una traidora. No había patria en ese entonces ni Masiosare un extraño enemigo. México se constituyó tres siglos después. Hernán Cortés fue líder de los pueblos indígenas que deseaban quitarse del yugo mexica. Ni los tlaxcaltecas ni los totonacas caminaban de la mano con los mexicas, escuchando el canto del cenzontle, pájaro de cuatrocientas voces, y el enervante perfume de las flores. Por ello, una vez establecida la colonización, en la América invadida por los españoles y los portugueses hubo mezcla y fusión de culturas de la que somos producto.
En conclusión, somos un sincretismo que dio paso a una síntesis de culturas diversas. Si uno le pregunta al taxista a quién le reza por las noches, seguramente responderá que a la Virgen de Guadalupe y a Diosito. Un masculino y un femenino, porque para los mesoamericanos había un principio masculino y uno femenino, una dualidad. Así pues, celebrar no es lo mismo que conmemorar, porque conmemorar también es una forma de reflexión en torno a una herencia cultural que todavía nos alcanza.


-->
  

Comentarios

Entradas populares

Vistas de página en total