Por una antología de respuestas de exámenes


Una de las grandes deudas que tiene la historiografía de la educación en México es una antología de respuestas de examen.
Las respuestas de examen nos permiten obtener una medición de lo que el alumno sabe, lo que no sabe, lo que cree saber y lo que uno se imagina que le enseñó. Esto último resulta particularmente atractivo y aleccionador. Por ejemplo, si en el examen el profesor pregunta cuál es la trascendencia literaria de la novela Pedro Páramo. El alumno podría responder: "La trascendencia de su obra radica en que los muertos hablan con los muertos que uno cree vivos". Tendría razón. O podría preguntársele qué entiende por el Siglo de Oro español y el estudiante tal vez dibuje un mapa puntual de la invasión de los godos. Lo cual llevaría al docente a cuestionarse en qué momento dijo que los godos aparecieron en la España imperial de Carlos V, aunque sí hayan sido fundadores de la España medieval antes de la llegada de los árabes.
Ahora bien, cuando las preguntas son restrictivas tampoco se evade el problema de la jocosa ambigüedad. El maestro Luigi Mascapone lo recuerda así: "En una ocasión pregunté: ¿Cuál obra escribió García Lorca que aborda el tema de la infertilidad? Un alumno avezado escribió contundente: "La campesina estéril". "Tache, es Yerma". "Pero profesor, Yerma era campesina y además yerma significa estéril"."Sí, pero el estéril era su marido, no ella". Bien por la explicación del maestro Mascapone. Le daría un like, pero ni facebook tiene.
Recuerdo también a la profesora Ana Jumiles, quien en un examen preguntó las características morales de dos personajes de la novela Santa, de Federico Gamboa. Y el alumno dibujó a cada uno de los personajes de la novela al final de la pregunta. Fue hermoso.


-Señor Galindo, cuál es el nombre completo del padre de la patria. 
-Hernán Cortés.
-Apóstata, deberíamos poner su cabeza en una pica.
-¿Miguel Hidalgo?.
-No, don Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga Mandarte y Villaseñor. Tome nota, neoliberal.
Las respuestas de un examen muchas veces hablan más de quien las formula que de quien las responde. Y el examen no necesariamente refleja que el alumno haya comprendido a profundidad el tema abordado en clase. Es como la vieja fábula india donde seis invidentes tocan una parte de un elefante sin saber cada uno lo que toca. Todos los ciegos dan una percepción diferente de lo que sienten y todos, de cierta forma, están en lo correcto. Pues el objeto descrito posee las características que mencionaron. Es decir, un concepto, una idea, un suceso, puede apreciarse, analizarse y ser significativo desde diversos ángulos.
Por último, la antología de respuestas de examen nos permitiría también identificar dos asuntos: el tipo de información que el profesor revela en clase y que el examen es un instrumento de la evaluación, pero no la joya de la corona. Como decían mis maestros: la evaluación es un proceso, largo, gradual, recíproco, dinámico, significativo y, sobre todo, humano.

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