Los yoístas y yo


En la licenciatura había un compañero que siempre levantaba la mano para hablar de sí mismo; en la maestría, otro. Por un momento creí que eran la misma persona, pero los delató su calzado. El primero usaba unas desgastadas botas de minero; el segundo, tenis tipo Converse. De mi compañero de licenciatura sólo recuerdo que, sin que le dieran la palabra, se soltaba hablando de sí mismo y del filósofo Kierkegard, con un tono engolado y pretencioso, mientras sus botitas colgaban de la silla. Un día dejó de hablar de Kierkegard y de él y ya no podíamos ver sus botitas colgar al aire, porque dejó de ir a clases. Pienso que siguió la máxima kierkegardiana: "En mí he encontrado a la persona más interesante entre mis conocidos". En cuanto a mi compañero de maestría, era un etimólogo. Sí, yo también lo imaginé cazando mariposas, que es lo que a veces hacen los entómologos, como Nabokov, quien además era escritor, pero no etimólogo. Mi compañero de maestría no era escritor ni entomólogo, sólo estudiaba el origen de las palabras que incluyeran el pronombre YO. 



Aunque su verdadera habilidad era formular un comentario e incluirse a sí mismo dentro de él. Por ejemplo, si la profesora hablaba de adolescencia, él levantaba la mano y hablaba de cómo abrevaban sus alumnos del manantial de su sabiduría. Si la maestra comentaba sobre Freud, también. Todo ello lo decía con una voz igual de pomposa como la de mi compañero de las botas mineras. Al principio no me importaba, hasta que un día trabajamos juntos respondiendo un cuestionario en torno a una lectura que él no había realizado. "Oye, pero eso no dice la novela", le dije. "Sí lo dice, más adelante. No leíste bien o qué", respondió. "Te aseguró que la leí muy bien". "Entonces deberías de saber que no lo dice", concluyó. No dije nada. Hay gente así. Adoran hablar de sí mismos y creen conocerlo todo; en particular los artistas, los políticos, algunos médicos y docentes, mis dos antiguos compañeros y un conocido que cuando estabas en una reunión y alguien decía "bicicleta", él hablaba de cuando recorrió el país en bicicleta. O cuando alguien decía "correr", él hablaba de los maratones en los que había participado. Me preguntó qué hubiera dicho con la palabra "guano chincha". Ya sé: "Lo prefiero crudo".

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