De superpoderes y presagios
Hace unos días, durante una comida, una pareja de
amigos hizo una confesión que me dejó patidifuso. La mujer afirmó que podía ver
a los muertos; el hombre, que podía predecir el futuro. Se hizo un silencio,
luego una carcajada y luego más silencio. Dimos un sorbo a nuestros jaiboles.
De ella no me extrañó, su formación la volvía un tanto susceptible a hablar con
los muertos. Pensé en el presidente Madero, quien le solicitaba asesoría a los
espíritus. Yo creo que por eso también le volaron la cabeza en Lecumberri. Los
muertos son malos consejeros. En cuanto a mi amigo, debo confesar que sí me
extrañó, pues es un hombre de ciencia, agudo, asertivo, profundo en sus
argumentos. Mientras brindábamos, me dije que el asunto con las personas que
tienen “super poderes” es que cuando les pides que te revelen su don, no lo
hacen. Es parte de su misterio. Para que el don opere se requiere cierto
secretismo y cierta predisposición. Por ejemplo, la mujer que veía a los
muertos, acababa de ver días atrás a su abuelo recién fallecido junto a su
cama. Pero si le preguntabas “¿acaso puedes ver también a Moctezuma o a Madero
o a mi antiguo casero libanés?”, ella seguía hablando de su abuelo. En cuanto
al profeta científico, de pronto dijo algo muy obvio que, no por serlo, fue profundamente
revelador: “una vez predije que me iba a ganar un horno y me lo gané. Luego
predije que encontraría una corcholata y la encontré. Me lo imaginé diciéndole
a Moctezuma: huey tlatoani, usted tendrá una espada. Y en efecto, el emperador
la tuvo, porque unos hombres la habían encontrado en la costa en una caja de
vestidos, así lo registró López de Gómara, un cronista peninsular.
Moctezuma era supersticioso. Cuando pasó el cometa
vio en él un presagio que le duró un suspiro. Basilio, el padre de Segismundo,
protagonista de La vida es sueño,
obra extraordinaria del Siglo de Oro español, vio un eclipse el día que nació
su hijo y lo encerró en una mazmorra. En todos lados se cuecen habas. Tanto
España como México precolombino eran dos sociedades muy parecidas,
tradicionales, centralizadas, imperiales y supersticiosas. En uno de los
presagios Moctezuma ve una especie de grulla cenicienta que lleva un espejo en
la cabeza. El emperador ve la mollera del pájaro y contempla unos como venados
sin cuernos que llevan gente encima. La imagen desaparece. Ojalá Moctezuma
hubiera visto las piedras que le arrojarían sus súbditos más adelante, pero no
lo hizo. Para interpretar un presagio o ver el futuro se requiere cierto don. Y
también no ser escéptico, como yo. ¿Será que no tengo superpoderes?
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