Ciudadanos.MX o políticos somos todos


Cuando pienso en un ciudadano vienen a mi mente las siguientes estampas: El bigotón que escupe proactivamente en la calle. B) El conductor diligente  que le avienta la lámina al peatón sin otro propósito que el de ejercer su inobjetable derecho a pasar primero. Esto también suele ocurrir a la inversa, con los llamados peatón hule. C) El amable vecino que amarra el flotador del tinaco de su vecina para llenar el suyo con el  agua que él no paga desde hace seis meses. D) Las miles de personas que no actualizaron su IFE debido a la voluntad exclusiva del “no se me dio la rechingada gana, pues”   

Ahora bien, este conjunto de ciudadanos forma parte de una comunidad que se conoce como ciudadanía.  La democracia define a ésta como un precepto de igualdad básica asociada con la pertenencia a una comunidad que, en términos modernos, es equivalente a los derechos y obligaciones de los que todos los individuos están dotados en virtud de su pertenencia a un Estado nacional. El sociólogo inglés Thomas H. Marshall  parte de la división de derechos para agrupar tres conjuntos de ciudadanía: ciudadanía civil, ciudadanía política y ciudadanía social. La primera se compone de los derechos para la libertad individual; la segunda comprende el derecho a participar en el ejercicio del poder político; la tercera, abarca todo el espectro, desde el derecho a un mínimo de bienestar económico hasta el de compartir plenamente la herencia social.

Sin embargo, hay individuos, grupos, sectores de la sociedad que impiden, violan, no respetan los derechos del resto de sus conciudadanos y con ello evitan ampliar el concepto de ciudadanía. La democracia intenta pulir esas asimetrías y excesos para construir una mejor sociedad. Pero se enfrenta a la debilidad de un Estado ineficiente, que además no puede hacerse cargo de todo, y a una comunidad fragmentada, individualista, proclive al egoísmo y a la ausencia solidaria, como las estampas mostradas al inicio del texto.  En este esquema la democracia por sí misma no corregirá el desbalance. Y menos la democracia que ve al individuo como elector y no como ciudadano. ¿Qué hacer?

Ciudadanos.mx, Twitter y el cambio político (RandomHouseMondadori, 2011) se aleja de la retórica simplista de “empoderamiento ciudadano”, que diversos analistas presentan como panacea irrefutable,  y nos da una brújula para plantear modelos que nos ayuden a resolver gradualmente los problemas del país; casos verídicos, tangibles, que nos permiten  pensar en la ciudadanía desde el punto de vista de los ciudadanos, impulsar agendas elaboradas por organizaciones civiles a través de nuevas estrategias tecnológicas de vinculación política que conviven con otras formas tradicionales de participación. Pero también nos revela esos “problemas de la acción colectiva como tragedia clásica de la política”, que señala Javier Aparicio (@javieraparicio), en su demoledor ensayo "En respuesta. Se buscan followers".

El libro, coordinado por Ana Francisca Vega (@anafvega) y José Merino (@PPMerino), nos muestra en cinco capítulos a los protagonistas de movilizaciones vía Twitter, a impulsores de políticas públicas que no aparecían en el debate político y ahora sí; a personas que rompieron el cerco de lo virtual y decidieron participar activamente en política, abriendo el cerrado círculo de la toma de decisiones sobre asuntos públicos; ciudadanos que comprenden su entorno, lo explican e intentan transformarlo. 

Pocos libros me han entusiasmado tanto como el de Ciudadanos.mx.  Es una obra que contagia a la participación ciudadana, al activismo, a la reflexión, al debate. Nos reconcilia con la política; fortalece la idea de que en una democracia políticos somos todos. Las historias mostradas #internetnecesario #GuarderíaABC #15x15 #reformaciudadana #reformapolitica #matrimonioDF #bugasprogay #ACTA son un ejemplo contundente para no apartarnos de la política, sino sumarnos a ésta y evitar así que otros actores la monopolicen en beneficio propio.


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