El problema de México II




En cualquier diseño institucional es indispensable establecer los siguientes pasos: diagnóstico, planeación, evaluación y resultado. Es un proceso que también se aplica en modelos educativos y gerenciales. Pareciera algo obvio y hasta cierto punto lo es. Pero no se aplica. Encandilados por el resultado, la clase política despilfarra la oportunidad para rediseñar la arquitectura institucional. No le interesa reformar. No le interesa el proceso, le interesa el resultado inmediato. No son estadistas, son hombres de coyuntura e improvisación. Y estas características inherentes a su comportamiento político marcan las líneas de acción de la institución que representan, durante el trienio o sexenio que dura su responsabilidad.

Recuerdo que Gerardo Laveaga, en su estupendo libro
Hombres de gobierno (Aguilar 2008), narraba que cuando se enfrentó al dilema de elegir su profesión, se entrevistó con varios profesionistas para afianzar su idea de estudiar derecho, entre ellos un diputado recién electo, quien le dijo, palabras más palabras menos, lo siguiente: "A la política se entra para hacer dinero. Aquí te pagan para que levantes la mano y, también, para que no la levantes. No sólo lo hace el Estado sino los grupos que ganan o pierden si se promulga una ley". Más tarde un exgobernador le aconsejaría esto: "Salvo notables excepciones a la política sólo entran los menos competentes…Los que no pudieron hacerla en otro campo".

Para complementar el anecdotario quisiera traer a cuento otro ejemplo. Hace un par de años escuché a un funcionario de gobierno expresarse de forma inadecuada de su superior. La molestia que lo consumía es que lo habían mandado a coordinar la producción logística de un evento, cuando él debería estar dirigiendo y orquestando todos los eventos. Se la debían, dijo.
“Ese pendejo” –refriéndose a su jefe–, “no representa nada. ¿Cuántos votos representa? Yo tengo trescientos agremiados y todos votaron por el partido. Me merezco su puesto y no me lo dieron. Pero me lo voy a chingar”.

El malogrado funcionario merecía ese puesto no porque fuera apto para tal, sino por su capacidad para recolectar votos a favor del candidato en turno. Él ni siquiera habló de su propio talento, sino de su aportación. Como si hubiera pagado por un televisor alemán y le hubieran dado uno chino.


Ahora bien, el problema es que las instituciones se cimientan en el vaivén de las voluntades de quienes las dirigen y no en sus propios objetivos y visiones. Hemos señalado varios ejemplos de ello. No obstante, nuestro dedo debería también señalarnos primero.
¿Por qué? Por una sencilla minucia: los mexicanos también somos un espejo de las instituciones; es decir, tampoco elaboramos un diagnóstico de nuestro proceder individual. No planeamos ni trazamos objetivos a corto, mediano y largo plazo. Vivimos al día. Y nuestros proyectos se circunscriben a la ocasión y a la mano favorable de nuestro compadre. Ya no hablo siquiera de la autoevaluación. No existe. ¿Y el resultado? Si éste no nos favorece, lo más seguro es que los desechemos y lo juzguemos como amañado, falso, tendencioso. ¿Cómo evaluarnos si somos una pistola, tan únicos, tan inquebrantables, tan estoicos, tan decididamente chingones? La culpa es de los otros. Yo sé hacer bien mi trabajo.
Y ante esto uno se pregunta ¿dónde están los ciudadanos responsables, solidarios, ecuánimes, tolerantes, comprometidos, participativos, educados, propositivos? Supongo que en el mismo lugar donde se encuentran los grandes reformadores del Estado y los hombres de gobierno, visionarios, entusiastas y congruentes, esperando bajo las ramas del desaliento y la expectativa.

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Comentarios

  1. Galo querido

    Apenas me tomo un tiempo para leer la primera y la segunda parte. Salgo un poco de mi "egoblog" para asomarme tus textos que no dicen sino más que la verdad. Nuestros representantes no son sólo sino el reflejo de lo que en el fondo somos, y pedimos un cambio cuando actuamos de la misma manera que los funcionarios, cuando solicitas un empleo y hasta cuando entras a un antro (que pasen los que pagan más, los que son amigos, el resto que espere media hora y a ver si los dejan entrar). Me alegra que hayas retomado el blog mi galo y continuaré leyéndote. Abrazo

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  2. A propósito, me parece bien lo de los derechos reservados ¿cómo lo hiciste? :p

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  3. La bronca mi querido Fernando es que eso lo sabemos unos cuantos, pero aun así no hacemos mucho. A ver dime, alguna vez has levantado el teléfono para llamarle a tu diputado exigiendole que trabaje para tu comunidad? Conoces a alguien que en verdad se entere quiénes son los candidatos a diputados en su distrito antes de elegir a uno de ellos? Esa es la bronca, que aún sabiendo lo mediocres que son nuestros políticos no somos capaces de hacer algo concreto.

    Saludos desde Australia mi Fer, acá lo sigo leyendo.

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  4. No pues aquí estamos canijo http://demoniodelatardecer.blogspot.com/2009/02/desempleados.html, y estamos chingandole duro pa que la bola de cabrones que "nos representan" se dejen de tonterías, el problema es que parece que estamos atados de mano y no sabemos cómo deshacer el nudo. Por cierto, quisiera hacer hincapie en la imagen, hay q imprimir el estencil en lona de 500 x 400 y pegarla frente a la cámara.

    De algún modo piensas que haya algun cabronsito limio entre tanta lagartija??? y ora, cual es el método, o que hará detonar el que se desvanezca sopor del pueblo???

    Saludos

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