El centavo, la plata y el chino
Hace
unos días me encontré una moneda de diez pesos. La recogí. Si hubiera sido una
moneda de diez centavos, no lo hubiera hecho. Nadie se detiene a recoger una
moneda insignificante, fea y diminuta. Además su costo de fabricación es más
caro que su valor real. Nos salen debiendo. Al año tiene un costo de
fabricación de 114 millones de pesos, sin incluir costo de distribución. Lo
peor es que estas monedas, además de caras, se confunden con las todavía más
horribles micro monedas de cincuenta centavos. Su tamaño entorpece
manipularlas, se extravían en la inmensidad del bolsillo y rara vez se ponen de
nuevo en circulación. Si no me creen, intenten comprar algo de diez pesos en la
tienda de mi rancho, solo con monedas de diez centavos; el tendero lo verá con
desprecio cuando saquen sus tostones sin plata. Es como poner cien lunetas de
acero inoxidable en un puño flaco, con sabor a bajo poder adquisitivo. En
Estados Unidos un hombre pagó una multa de 212 dólares con monedas de a
centavo. Total: 22 mil monedas. Un grupo de empleados tardó cuatro horas en
contarlas. Si lo suyo es la adrenalina, intenten comprar un boleto en la
taquilla del metro Indios Verdes a las siete de la mañana, pagando con centavitos.
A veces una moneda permanece por tradición. Para David
Wolman “las monedas y los billetes de un lugar son uno de los últimos bastiones
de la identidad nacional que quedan en nuestro mundo cada vez más digital”. Y
agrega que hasta Marco Polo se dio cuenta de esto en China, donde la moneda
configuró a un vasto imperio. La moneda china era de plata; mis diez centavos,
no. Los chinos, al comenzar el siglo XVI, necesitaron de las vetas de Zacatecas
en Nueva España y de Potosí en el Alto Perú, a través del tráfico clandestino, pues
había una red de corrupción desde México hasta Lima. De hecho gran parte de
este mineral se fue a China de forma ilegal para acuñar monedas y no a España
como se cree. China fue el depósito mundial de la plata americana. Así que su
bastión de identidad nacional, tenía un origen americano. Según Paul Ropp, los
chinos encontraron en la plata el medio idóneo para satisfacer su demanda y regular
el comercio interno. Hace un par de años hubo una iniciativa de ley en el
Congreso para monetizar la plata en México. De haber prosperado seguro se
habrían troquelado unas monedas diminutas a las que nadie les hubiera hecho el
feo. Ni siquiera yo. ¡Pinches monedas! ¡Pinche plata! ¡Pinches chinos!
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