Reflexiones en torno a un semáforo


En México existen ciertas apropiaciones particulares para referirnos a unidades de tiempo. Si alguien dice ahorita vengo, ese ahorita pueden ser dos minutos o quince, según quien lo diga. Si Hipólito Tobón te dijera: "mañana te lo pago", algún amigo podría decirte: "nunca lo hará", "el mañana nunca llega" o "no seas imbécil". También puede ocurrir que mañana sí te pague y el imbécil sea otro. Todo depende de si los Tobón pagan sus deudas, como los Lannister, o no. El tiempo entonces se vuelve tan relativo como un "te lo juro", "palabra" o "por mi madre" y en realidad depende mucho del emisor. 



Por otro lado, existe también otra forma de medición no menos relativa: un SEC (semáforo Eje Central). La idea me surgió cuando estaba en la calle de Tacuba y esperaba cruzar Eje Central para abordar el trolebús rumbo a Zapata antes de que comenzara a llover. La luz verde duró tres trolebuses y sobra decir que me mojé. Luego se encendió el rojo. Crucé Eje Central y a la mitad del camino, los autos se lanzaron sobre mí como equinos romanos. El tiempo que dura un verde en Eje Central es muy largo. Por ejemplo, al llegar a la esquina solo éramos dos personas las que deseábamos cruzar; al ponerse el rojo ya éramos un contingente. También en un SEC he llegado a pensar en la angustia que experimentan los que quieren llegar a su destino o a un baño; incluso en las legiones de la batalla de Farsalia, donde perdió Pompeyo; o bien, he observado cómo los trolebuses que van a Zapata llegan y se van, como avalancha en pendiente. En un SEC pueden caber un contingente, una batalla, la angustia, tres tolebuses y la vida que se va, como una ilusión.

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