Rumbo a una Secretaría de Cultura I
El Presidente Carlos Salinas de Gortari "instala" el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.Diciembre 7 de 1988. Hermanos Mayo |
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El 17 de diciembre del 2015, el Diario Oficial de la
Federación publicó el decreto presidencial que pone en marcha a la
Secretaría de Cultura. El nuevo organismo sustituirá al Consejo Nacional de
Cultura y las Artes (CONACULTA), nacido el 7 de diciembre de 1988, por decreto del
presidente Carlos Salinas de Gortari. Recordemos que esta institución se
constituyó como un órgano desconcentrado dentro de la Secretaría de Educación
Pública; ese es su problema de origen ya que coordina como desconcentrado a
descentralizados (INBA, INAH). Ese vicio impide la coordinación sectorial
adecuada, pues mientras el CONACULTA, entidad subordinada a la Secretaría de Educación Pública (SEP) y con autonomía
administrativa, no tiene responsabilidad jurídica ni patrimonio propio, los
órganos descentralizados que coordina sí tienen personalidad jurídica, patrimonio
propio y autonomía en sus decisiones. Por tal motivo, esta reforma planteada es
de tipo jurídico-administrativa y lo único que pretende es reorganizar el
sector cultural. Que lo haga bien o mal dependerá, en gran medida, de las leyes
secundarias.
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Esta reforma a la Ley Orgánica, que dará origen a la
Secretaría de Cultura, plantea una separación administrativa entre la educación
y la cultura. Se dice que es el desmantelamiento de la Secretaría de Educación Pública
en materia cultural y la claudicación de la esencia vasconcelista. No lo es,
pues en la reforma se plantea que ambas instituciones deberán de trabajar de
manera coordinada. Además lo que hizo Vasconcelos fue sentar las bases de una
política educativa funcional en los años veinte, pero no necesariamente es lo
que se debe hacer en la actualidad. Además es falso que dicha separación exista
porque sería inconstitucional, ya que las reformas de junio de 2012 introducen
el principio de indivisibilidad: todos los derechos humanos son infragmentables
sea cual fuere su naturaleza. Y por si esto no fuera suficiente el artículo tercero
constitucional también lo plantea. Además el Estado tiene una obligación educativa
y cultural y ambas son consustanciales e interdependientes.
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