Me da dos boicot con todo
Los boicot comerciales siempre inspiran mi nacionalismo criollo y me ponen en modo velardiano: con la bandera envuelta en mis pechugas, sobre un garañón y con matraca. Aunque también me generan cierta confusión y ambigüedad, pues en un mundo tan globalizado me resulta difícil delimitar las fronteras de lo netamente mexicano. En realidad no sé si me están invitando a comprar un producto hecho en México, manufacturado en México o comercializado en México. Por ejemplo, si uno compra, por decir, una turbina de marca mexicana, pero ensamblada en Pakistán, y distribuida por una empresa gringa, ¿el producto es mexicano? Ocurre también que hay productos cuya manufactura es mexicana, ensamblada en Indonesia y la marca estadounidense. Me parece que hay ciertos productos cuya fabricación es internacional.
Hace unos días leía a un escritor-activista, quien promovía un boicot contra Starbucks en Facebook, burlándose de quienes consumían café ahí, considerándolos hasta apátridas. Lo que llamo mi atención fue que en su foto de perfil exhibía unos jeans azules de corte recto. Pensé en James Dean, Marlon Brando, John Wayne y hasta en el hombre Marlboro, inventado por Leo Burnett, quienes proyectaron por todo el mundo esta forma de vestir. Los jeans, curiosamente, son una vestimenta de origen estadounidense cuya penetración cultural se le debe al cine y a la publicidad. Supongo que el escritor-activista no sabe que México es el séptimo exportador de mezclilla a nivel mundial, y el segundo proveedor más grande de Estados Unidos (al primero que le proveemos es a Nicaragua). Estamos por arriba de los chinos. La mayoría de las familias en México tienen más de dos jeans en su casa. Cincuenta por ciento de la de la mezclilla en México se exporta y el otro cincuenta por ciento es para mercado interno. En cuanto a Starbucks me causa cierta hilaridad que se observe como un símbolo del imperialismo norteamericano, pero no los jeans estilo Marlboro. Si el café de Starbucks es horrible o no, ese es otro boleto. Además siempre he creído que el éxito de Starbucks en América Latina se debe al excelente modelo de operación que los hermanos Torrado (mexicanos) han construido a través de ALSEA, una empresa mexicana que es la operadora de restaurantes de comida más grande de América Latina (entre sus marcas están Domino's Pizza, Starbucks, Burger King, Chili's, California Pizza Kitchen, P.F. Chang's, Pei Wei, Italianni´s, The Cheesecake Factory, Vip’s y El Portón).
En un estupendo artículo, Víctor Manuel Sánchez Valdés, afirma que las economías están interconectadas y dependen en cierta medida unas de otras. Los boicots comerciales de corte nacionalista lejos de representar una medida certera, se parecen más al jugador que cree que metió un gol sin ayuda de nadie. Hasta para cuando se promueven productos hechos en México se utilizan plataformas digitales que no son mexicanas (Facebook, Twitter, etcétera).
Por último, el escritor-activista seguramente anhelará ver sus escritos publicados ya en Penguin Random House ya en Grupo Planeta, dos empresas transnacionales, nunca en Editores Mexicanos Unidos. Lo cierto es que cuando se trata de boicots, yo siempre pido dos con todo para llevar.
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