Estirar mis doscientos
Una tradición, en la que todos los mexicanos coinciden, es la de estirar el dinero. Estirar el recurso data de tiempos inmemoriales. Los pueblos mesoamericanos descubrieron que los impuestos son un robo cuando veían al SAT Azteca aproximarse a su territorio con sus armas de obsidiana. Los novohispanos descubrieron que el dinero ganado se gastaba rápidamente y que, si bebían pulque para olvidar, poco servía pues el IEPS borbónico les quitaba hasta el derecho a la cruda. Científicos de las universidades Bienestar han descubierto que el dinero tiene cierta elasticidad, muy parecida a la de las ligas de Bejarano. Si tienes un billete de doscientos pesos, te alcanza para una casa en Houston y un Mercedes Benz. Los científicos atribuyen dicha elasticidad a la acción de una fuerza exterior donde convergen la fuerza moral, no de contagio, así como varios contratos de PEMEX y un torrente de consanguinidad con el presidente. Estas cualidades producen una elasticidad contundente. Dichos est